El pasado, ¿cómo eran los culturistas?

Las cosas eran diferentes en el pasado; el culturismo fue una forma de vida en la era dorada, luego durante los años 80 y culminando en los 90, justo cuando estaba naciendo en un pueblito extremeño.

Los culturistas de esa época, esos de antes de mi generación vivieron este deporte como ningún otro; había un verdadero sentido de camaradería y un verdadero aprecio por el trabajo duro y no solo por la química, que no digo que no había, pero eran un aspecto menor e incluso irrelevante.

Antes había una mentalidad que se relacionaba al autosacrificio; los culturistas en ese entonces no se quejaban. ¿Cuál habría sido el punto común?; bueno, todos sufrían y todos se sacrificaban porque era la única forma de llegar, de conquistar un territorio, que podría ser por automotivación o para competir.

Los que entrenaban, ¿cómo lo hacían?

Los grandes físicos que vemos en las fotos y videos de esas épocas fueron realmente ganados por ellos mismos; la gente entrenaba duro, cada serie estaba compuesta por repeticiones demenciales y no las que vemos en las redes sociales, esas, que nos quieren hacer ver los influencers de hoy.

No había medias tintas hasta el final, además los competidores sabían que, aunque no llegarían a ser un Lee Haney ni Columbu ni Arnold o Zane, no estaban dispuestos a dejar de luchar por sus objetivos.

  • ¿Y para qué?
  • ¿Dónde tenían que estar?
  • ¿Quién les llevaba a entrenar así?.

La respuesta es nadie; NO HABÍA NADIE, pues estos chavales que deseaban ser los mejores o tener físicos fenomenales no siempre se inspiraban en las revistas o los grandes cuadros de los mejores para ir al gimnasio y luchar fuerte contra los hierros.

Eso quiere decir que no pusieran a sus familias en primer lugar; tampoco quiere decir que no equilibraran sus compromisos. Sin embargo, fue una época donde los que entrenaban desde los aficionados a los profesionales, en general, amaban al deporte, a éste que depende de entrenar duro, saber comer, dormir bien y posar como los dioses.

Para finalizar, los culturistas de la vieja escuela no necesitaban un entrenador que los cuidara, no publicaban sin parar en las redes sociales en busca de palmaditas en la espalda.

Los culturistas del pasado hacían lo que había que hacer.

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